
«En los próximos 40 años, los seres humanos tendrán que producir más alimentos de lo que hicieron en los 10.000 anteriores juntos. Pero con las grandes ciudades devorando las tierras cultivables, la productividad agrícola disminuyendo y la demanda de bio combustibles aumentando, la oferta no está a la altura de la demanda. Los agricultores inteligentes, los científicos y los empresarios están repletos de ideas. Pero necesitan dinero para dar el salto»
— The Economist, 3 de Junio de 2015.
Aunque no ocupa un espacio destacado como la tecnología o las energías renovables, la agricultura constituye una de las tendencias de inversión más claras y más sólidas para el inversor a largo plazo. Se trata de un sector defensivo y estratégico. La industria global más importante en términos de empleo, altamente fragmentado y poco organizado y con un gran margen para su capitalización y profesionalización en muchas áreas.
La agricultura a nivel global, contiene tres décadas de infra inversión, al mismo tiempo que hace frente a un reto mayúsculo de alimentar más y de mejor manera a una población creciente alrededor del mundo, con limitaciones muy notables en la actualidad.
Por otro lado, el crecimiento en la economía de varios países emergentes, está cambiando los patrones de calor, haciéndolos más sofisticados. Así, no solo habrá más bocas que alimentar, sino que querremos comer mejor: de forma más variada y con productos de mayor calidad.

El incremento de las zonas urbanas o la creciente consciencia medioambiental, son otros elementos que condicionan la producción agrícola. Un ejemplo lo vemos en el año 2000. El ratio zonas urbanas-áreas de cultivo era del 3,5%, y se estima que alcance el 7% en 2050. Según los últimos datos disponibles del Banco Mundial, en la actualidad cerca del 46% de la población del mundo aún vive en zonas rurales, un porcentaje que está decreciendo de forma rápida en muchos países en vías de desarrollo.
Por otro lado, las palancas de cambio y motor del sector son demasiadas. Debemos reconocer que muchos países en desarrollo tienen demasiado margen de mejora en los ratios de productividad en términos de: (1) mejores técnicas de cultivo (2) utilización de mejores pesticidas y fertilizantes (3) mayor ratio de maquinación del campo o sistemas de riego más eficientes; pero en conjunto, en algunos casos, hay países que han entrado en una fase estancamiento. Es por ello que urge buscar nuevas fórmulas para seguir haciendo crecer el rendimiento de los cultivos.
El Dr. Klaus Schwab menciona la cuarta revolución industrial la cual incluye: (1) La monitorización digital de los cultivos (2) la agricultura de precisión (3) la utilización de robots y drones (4) Mejoras en el campo de la maquinaria, en el sector agrícola o la incipiente revolución genética. Estos elementos mencionados conforman algunos de los campos de investigación y desarrollo y parte importante de la solución al gran reto de alimentar más y mejor a un planeta más poblado y próspero.
Además de estas palancas orientadas a incrementar la producción, parte de las mejoras también vendrán de avances en la gestión, la regulación y la logística que permitan reducir la gran cantidad de alimentos que aún se malgastan hoy en día.

Esta fuerte demanda hace de la agricultura en general un sector con un gran potencial de crecimiento, clave para el desarrollo de la economía global en su conjunto y clave de bóveda para la correcta resolución de otros grandes retos globales como es el control del impacto medioambiental o el acceso de agua potable.
Por todo ello la inversión en agricultura no es una tarea ineludible para dar respuesta al reto más básico de la humanidad sino que se erige como una de las megatendencias más claras y potencialmente más rentables para las próximas décadas.